Todos habían rodeado a la Chimchar, rezando para que se despertara de una vez. Hikari abrió los ojos lentamente mientras veía los rostros de todos mirándola fijamente y se sobresaltó recordando el extraño sueño que había tenido.
En su mano tenía el amuleto que le había entregado y ahora sabía cuál era su destino: Salvar el mundo.
Según Sora, quién solía investigar, varios lugares más empezaron a ser afectados por los extraños cambios climáticos que se debía a que el mundo iba a acabar muy pronto. Pero eso no iba a quedar así.
El Grovyle, con los ojos llorosos y con varios arañazos en el cuerpo abrazó a Hikari por la felicidad de que estaba bien.
Sora...
Pero aquella escena dramática no podía durar mucho, tenían que continuar la expedición en busca del primer cristal, que se suponía que debía estar por allí.
Antes de nada Hikari decidió buscar un pequeño refugio y explicar lo sucedido en su sueño, donde conoció al extraño pokémon Jirachi. Todos se quedaron perplejos, todos menos Toru a quién le brillaban sus azulados ojos.
Y además de eso me entregó un extraño amuleto con la forma de una llama.—añadió mientras les enseñaba el amuleto.
Sora lo cogió y se quedó mirándolo durante un rato.
Ese amuleto...Hikari, yo tengo también algo parecido a ese amuleto.—comentó Toru.—un pokémon extraño y rosado apareció en mis sueños y me lo entregó.—sacó un amuleto en forma de diente y lo mostró a todos.
Hikari observó el otro colgante que parecían estar hechos del mismo material, oro. Si Toru era otro elegido como ella tendrían que tener más posibilidades de salvar el mundo, pero no tenían ni idea de cuántos elegidos habían por toda la región.
El Zorua miraba a Hikari como si de una princesa se tratase pero Mika no estaba de acuerdo con eso.
Bueno, creo que deberíamos empezar a buscar el cristal.—dijo mientras se dirigía hacia Hikari y la ayudó a levantarse del suelo.
Los cinco decidieron ponerse en marcha hacia la cruz que señalaba el bosque, pero en una zona en especial. La X señalizaba a un antiguo árbol milenario, probablemente más antiguo que el Castillo Oddeirun. Hikari conocía muy bien aquél árbol, ya que de pequeña Sora la llevaba allí a jugar.
En varios minutos estaban allí frente al roble, ya muy desgastado. Hikari rodeó todo el árbol, en busca de algo. No había ningún cristal solo una pequeña nota.
¡V-venid a ver esto...!—exclamó Hikari furiosa.
Hikari les mostró la nota que había encontrado tras el mapa. En ella estaba otra vez el mapa de la región pero esta vez tenía una cruz sobre el Castillo Lian.
Tengo la sensación de lo que buscamos está en Ciudad Lian...—dijo Sora con un tono sarcástico.
Aquella pista les indicaba de que aquello podría ser una trampa, o algo peor pero aún así tenían que seguir adelante para salvar el mundo.
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
- •°°•
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
La joven corría rápidamente, con la respiración entrecortada, por la infinidad de pasillos de la estancia. Solo estaba allí por una misión clandestina para ella. Matar a la persona que más odiaba en aquellos momentos, el alcalde de Aldea Azúfre.
Suzu, una flareon muy veloz y astuta era una vieja amiga de Sora. Cuando eran más jóvenes, en cuanto la aldea empezó a ser inundada por la nieve hicieron un pacto de matar al Ohío, el alcalde.
Había varios guardias por allí, pero eso no era problema para la Flareon. Finalmente se paró de golpe frente a una habitación con una puerta con decorado de oro. Allí debía de estar el alcalde.
Suzu abrió lentamente el portón. El alcalde estaba en su silla, mirando hacia los ventanales.
Sabía que vendrías...Suzu Etwood.—dijo en un tono suave mientras movía una copa de vino.
No he venido aquí para oír tus estúpidas palabras...—respondió desafiante.
Ohía giró su silla y miró de arriba hasta abajo a la chica, con asco. Él sabía muy bien para qué había venido pero él tenía un plan.
Me temo que has escogido el día equivocado para visitarme.—murmuró mientras esbozaba una sonrisa maliciosa.
Las luces se apagaron de repente y en cuestión de segundos se habían vuelto a encender. Suzu estaba rodeada de numerosos pokémon de gran tamaño y con cara de muy pocos amigos. Ésta retrocedió un un poco y apretó los dientes con rabia.
Maldito tramposo...—susurró lo suficientemente bajo como para que Ohío la pudiera oír.
Los pokémon que la rodeaban enseguida pasaron al ataque y empezaron a lanzar sus movimientos. Suzu los intentaba esquivar como podía mientras soltaba algún que otro lanzallamas.
La hidrobomba de un Blastoise le dio de lleno a la Flareon y cayó al suelo medio inconsciente. El Noctowl se acercó hacia ella y la miró de reojo con mucho asco.
Eso te pasa por meterte con alguien a quién no puedes matar.—le dijo a Suzu.—Llevadla a los calabozos.
Pero eso no bastó para que ella se diera por vencida. Consiguió tirar al Blastoise que la sujetaba y salió corriendo por los pasillos para escapar de allí y buscar a Sora. Su próximo destino sería Ciudad Lian.
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
- •°°•
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
En el reino de Jirachi, el curioso pokémon que apareció en el sueño de Hikari, varios legendarios estaban reunidos allí conversando sobre la salvación del mundo y el encuentro de los elegidos. Si todo salía bien, y los elegidos reunían los tres Cristales del Poder despertarían a Arceus para traer la paz y el Nuevo Mundo.
Pero si eso no sucedía la el planeta tendrían un final devastador.
Jirachi miraba con adulación al pokémon que tenía delante suya, aquél pokémon iba a ayudar mucho para evitar con los elegidos no fallen en su misión.
Bien, supongo que ya estás lista...—le dijo mientras esbozaba una sonrisa de oreja a oreja.
Gracias, Jirachi, prometo cumplir mi misión.—respondió con júbilo.
Jirachi abrió un extraño portal dimensional que llevaba a la región Lixue. El pokémon que le acompañaba miró al cielo y sonrió. Acto seguido se tiró al portal.
